Venezuela en el corazón
Por: Fernando Bravo Prado
A pesar que escribir es una de mis
grandes pasiones (quizá lo único que realmente me gusta hacer), en estos días
estoy viviendo una etapa de mi vida un tanto espinosa y frustrante; no voy a
profundizar, pero debido a esto me había rehusado y resistido a escribir,
cayendo más bien en una apatía actual hacia la realidad que me circunda. Quiero
quebrar esta abstinencia hoy y escribir una vez más, y quiebro esta condición con
todo mi ser debido al siguiente asunto: Venezuela, la nación llanera, el país
al que aprendí a querer desde que éste abrió sus brazos para acoger a una parte
de mi familia que huía en los ochentas de la habitual pobreza del Perú; se
debate en una crisis política y económica, generada por un gobierno asesino,
canalla e inepto.
Al producirse la muerte de Hugo
Chávez (5 de marzo de 2013, si no fue antes y ocultaron el muerto), tuve la
esperanza que Venezuela por fin pudiera encaminarse hacia una transición democrática
que le permitiera liberarse e irse sacudiendo del daño que el chavismo le había
atestado durante casi 15 años. Mis esperanzas eran las visiones de un iluso; la
cuestionable elección de Maduro y sus subsiguientes actos de gobierno, no
hicieron sino acrecentar y agudizar las nefastas practicas del chavismo, hasta
arrastrar a Venezuela al desastre total. (Vargas Llosa, lamentablemente, tuvo
razón).
El chavismo es la demagogia absoluta
y el robo sistemático convertido en forma de gobierno; el chavismo es el
estatismo empedernido, la destrucción de la empresa privada, la ruina de la
estabilidad jurídica. El chavismo es una mafia de delincuentes y militares
corruptos que por medio de un asistencialismo enfermizo y un cinismo
permanente, lograron embobar a las multitudes necesitadas y menesterosas que
vieron en ese personajillo insolente e ignorantón que fue Chávez, a un supuesto
salvador del pueblo, al líder que los iba a proteger de los políticos
tradicionales e iba llevar a Venezuela hacia el progreso (error monumental que
están pagando todos los venezolanos, los que apoyaron esta estúpida y nefasta
aventura y los que no); el chavismo entregó a Venezuela (envuelta en papel
regalo y a cambio de servicios de asesoramiento en sistemas de represión) a los
designios de ese país llamado Cuba, (esa momia comunista quebrada que no
muestra trazas de soltar el poder a pesar de su decadencia, y que parasita en
las naciones a las que puede inocularles su paranoia anti-imperialista). El
chavismo es criminal y asesino, y no lo digo sólo por sus políticas económicas
desastrosas que literalmente están matando de hambre a los ciudadanos, lo digo
también por el establecimiento e instauración de entes paramilitares armados
por el gobierno (milicias cubanas), las que cumplen con total impunidad el
encargo de asesinar y reprimir a los opositores al régimen; sean políticos,
estudiantes, amas de casa, o reinas de belleza. Estos son crímenes contra la
humanidad por los que en algún momento deberán pagar todos los miembros del actual
aparato estatal venezolano y todos estos asesinos que ideologizados al estilo
del partido NAZI, arremeten furiosamente contra la población que protesta con
todo derecho en las calles. Causa gracia escuchar a Maduro hablar de fascismo y
tratar de introducir este vocabulario en su repertorio de insultos a los
opositores. Fascista es él, ya que sus milicias urbanas se asemejan más bien a
los “Camisas Negras” de Mussolini, los que atentaban contra los ciudadanos que
pensaban diferente al régimen.
Digámoslo con todas sus letras: los
estudiantes venezolanos están siendo masacrados en las calle por hordas de
criminales en moto, los que cobardemente esconden sus rostros detrás de cascos.
Los estudiantes vienen siendo atacados por escuadrones de civiles armados, los
que hacen el trabajo sucio del régimen. Hablemos claro: Las Casas del ALBA son
centros de adoctrinamiento y de conspiración contra el libre pensamiento.
La constitución venezolana ha sido
violada y ultrajada una y otra vez hasta la saciedad; en Venezuela no existe
separación de poderes y todo el aparato estatal es una mezcolanza de cargos
escogidos “a dedo” y distribuidos en medio de una tremenda improvisación y un
caos inverosímil; en Venezuela no hay equilibrio de poderes ni prensa libre ni
el más mínimo atisbo de democracia ni libertades individuales. Solo hay hambre,
corrupción, peroratas grotescas y ofensivas por parte del gobierno, discursos
populistas destemplados de un presidente fantoche, saqueo continuo del erario
nacional, caos económico, entrega de la riqueza venezolana a naciones
extranjeras por amiguismo ideológico, descalificación y diatribas a los
opositores, asesinatos selectivos, encarcelamientos ilegales e injustificados,
judicialización de los ciudadanos que se atrevan a protestar contra el régimen,
salvajismo y represión indiscriminada, estatismo expropiador, atropellos contra
la prensa nacional y extranjera, arrodillamiento de una prensa servil,
delincuencia que toma las calle al oscurecer (Caracas es “Ciudad Gótica” desde
las 9:00 p.m.), entre otras inmundicias más, que sería larguísimo seguir
enumerando. Hace unos meses, cuando Maduro instó a la población a saquear las
tiendas de electrodomésticos en medio de una alocución estilo “barra brava”
(indigna de un jefe de estado), y le dio carta libre a la delincuencia para que
tomen Caracas y hagan lo que quieran con los comercios, entendí que estábamos
viendo al más grande error de la Latinoamérica del siglo XXI, estábamos viendo
al que jamás debió abandonar su empleo de chofer de ómnibus e intentar dirigir
un país. Venezuela está siendo gobernada por un portapliegos sumiso e ignorante
al que Chávez maltrataba en público y en cadena nacional. Maduro se jacta de
ser un socialista, pero a decir verdad, dudo mucho que haya siquiera leído a los
autores del marxismo, a simple vista se aprecia que apenas sabe leer. El
marxismo, con todos sus desatinos y a pesar de su inviabilidad, es en buena
cuenta, una doctrina económica en la que nunca se pide quebrar a las economías,
y en ninguna página de “El Capital” hay un párrafo que indique que los países
deben entrar en crack y echarles la culpa a los países capitalistas. Venezuela
es (y ya se quitó la careta) la Uganda de Amín, la Filipinas de Marcos, el Perú
de Fujimori; y Maduro insiste cínicamente en esa coartada que intenta esconder
el colapso de la economía, culpando a USA, a “El imperio” de todos sus males,
de todos sus fracasos, de toda su impericia.
El fracaso del chavismo es
prominente; la escases de alimentos y el desabastecimiento de productos han
llegado a niveles insostenibles y la política económica ha tocado fondo. El
socialismo del siglo XXI es una mentira más entre las cuantiosas ideas
trasnochadas lanzadas por estos mequetrefes de la política; y las reservas de
petróleo, las que le dieron el respectivo salvoconducto a Chávez para la
aplicación de ese desmadre llamado Revolución Bolivariana, ya no pueden
sostener más este modelo; más bien, este anti-modelo.
En un mundo globalizado todo está
conectado y nada de lo que pase en un país vecino le puede ser ajeno a otro,
sobre todo en materia de derechos humanos; en ese sentido, es una vergüenza que
los países latinoamericanos sigan siendo cómplices de todos estos crímenes, y
no hayan elevado una enérgica voz de protesta para condenar y repudiar la
represión del gobierno venezolano contra los estudiantes. Salvo Chile y
Colombia, el resto de países ha mostrado una total cobardía frente a estos
crímenes (Evo, Fernández y Correa no sorprenden ya que son de la misma calaña
ideológica), pero el resto de países, incluido el gobierno del Perú, han
mostrado una tremenda cobardía en no señalar las cosas por su nombre, invocar
la carta de la OEA, y al menos intentar frenar esta ola de violencia del estado
venezolano por medio de un pronunciamiento enérgico. Ni qué decir de la UNASUR,
ese club de amigos que no sirve para nada y que ha tenido la desfachatez de
refrendar un pronunciamiento en el que se dice que Cuba es una democracia. Los
presidentes cómplices y cobardes han enviado comunicados en los que llaman al
diálogo entre la oposición y la dictadura… acto seguido, Maduro les contesta
encarcelando a Leopoldo López, insultándolo en cadena nacional, llamándolo
terrorista y fascista a viva voz.
Leopoldo López ha querido con su
entrega a los poderes del chavismo, según mi óptica, darle un símbolo a las
protestas, plantear una estrategia audaz para desestabilizar aún más al
régimen, pasar a la historia, ofrendarse él sí, por la justicia, a través de su
ingreso al templo de la injusticia.
Vi a una estudiante venezolana, la
cual, por medio de un conmovedor discurso (casi una oración), causó las
lágrimas de unos policías que cercaban una calle; lloró el país ahí, Venezuela
entera fue una lágrima en ese instante y nos hizo llorar hasta a los extranjeros.
Esa iniciativa, esa valentía no debe detenerse, las protestas deben continuar;
sin temor porque la razón los acompaña, porque es legal protestar pese a lo que
dice el sátrapa, porque cada día de legítimas manifestaciones es una puñalada
más en el pecho del chavismo, porque por cada día de Leopoldo López en prisión
el gobierno se irá desmoronando más y más, porque si López es condenado a 5, a
10 años de cárcel, el chavismo se estará condenando a sí mismo hacia su propia
implosión. El chavismo se atreverá a dispararle a la población cuando las
marchas sean de cientos de personas, pero cuando las marchas sean de miles de
personas No Se Atreverán (lo dice alguien que participó en la caída de Fujimori
en medio de una marcha multitudinaria donde a la policía peruana, sólo le quedó
retroceder a pesar que tenía órdenes de disparar y fue desbordada por la
multitud que cantaba por las calles el himno nacional y avanzaba con firmeza).
No deben temer los venezolanos, es la hora de la verdad; esto ya le ha pasado a
otras naciones y esas naciones se han liberado a sí mismas con mucha eficacia
después de una lucha persistente; Venezuela no debe olvidar que es iluso pensar
que alguien más vendrá a salvarla; este es un trabajo pesado y doloroso que
tendrán que hacer los venezolanos con sus propias manos.
Revolución… esa palabra… ya casi no
la entiendo. En la boca del chavismo me suena a mentira, en la boca de los
estudiantes venezolanos me sabe a libertad.
FERNANDO BRAVO.